“Todas Tenemos la
Misma Historia”, de Darío Fo y Franca Rame, escenifica las siempre difíciles
relaciones entre HOMBRES Y MUJERES . Relaciones, como decía con las mujeres
subalternas a los hombres, como ocurre casi siempre. Cuando se interpreta este
texto se escucha la risa de muchas chicas desde el público, pero se quiere ir
más allá, no solo a escuchar la risa de los hombres sino luchar porque no
llegue a destiempo y sin gracia. La relación ha cambiado, las mujeres se ríen
como siempre pero también ríen los hombres y no precisamente porque no sean
como se les pintan en el escenario.
En este monólogo y
como colofón hay también un cuento, que en su estructura se remite a los
antiguos cuentos sicilianos, con todos sus ingredientes clásicos, el lobo, la
bruja, es un momento surrealista: con algún que otro personaje que hay que
indicar. Tenemos una niña guapa, buena, de ojos azules, y una muñequita de
trapo que dice palabrotas. Estas dos figuras somos nosotras mismas de niñas. La
niña dulce es esa parte de nosotras dócil, que se somete, que acepta; la
muñequita de las palabrotas representa, en cambio nuestras rebeliones. El
“gatazo rojo” es “el compañero”. El “lobo representa a todos esos personajes
“varones” que nos oprimen desde la infancia, del padre al hermano, al
chico-compi de clase etc…luego crecemos, las dos partes se funden, nos
convertimos en una sola cosa, y llega la madurez, la toma de conciencia.
El espectáculo está construido en clave cómico, en grotesco. Se hace así
con toda intención: ante todo por que las mujeres llevamos ya dos mil años
llorando, y esta vez nos reímos, y a lo mejor hasta nos reímos de nosotras
mismas. Para reírse hace falta inteligencia, agudeza. ¡En la carcajada se te
abre la boca, pero también el cerebro, y en el cerebro se te clavan los clavos
de la razón!.